Son las seis de la mañana, toda la gente se encuentra en sus casas, sólo se ve a agente de limpieza caminando lentamente por las calles, con su escoba y un depósito de basura. A las ocho de la mañana, los bancos abren sus puertas, y se forman largas colas de gente que van a ser atendidas. Por las calles se ve a poca gente transitar, que va apurada. A las nueve de la mañana todos los bancos y comercios ubicados en el centro de la ciudad empiezan a cerrar sus puertas, porque a partir de esas horas se inicia el paro regional. De esta manera es como funciona el comercio en Cajamarca desde que el paro se inició.
Varias delegaciones del interior de la región se centran en la plaza de armas, todas con una banderola que era sostenida por los dirigentes o autoridades de cada provincia, en ellas figuran frases como: “ no a conga”, “el agua es un tesoro y la defenderemos”, “agua si oro no”, “Ollanta traidor”, etc. Los que lideran cada delegación van vociferando frases alusivas a la protesta, mientras las demás personas hacen coro de las mismas. Hay personas que pasan por las veredas y miran a cada uno de los protestantes. Estas personas son en su mayoría gente de la ciudad, mientras que los que marchan en protesta son personas de campo o de pueblo.
Entre la gente adulta, los niños van con sus pequeñas pancartas, a lado y detrás de sus padres. Los pequeños comercios en carretillas, por las calles del centro histórico, se alborotan por la cantidad de clientela que se desplazan en grandes grupos. Estos pequeños comercios se dedican a la venta de tamales, humitas, fritos con ceviche, etc. El frito con ceviche cuesta s/. 2.50, los tamales y humitas, a s/. 2 cada uno. Todos los productos cobran un valor superior al costo real, y eran los productos más solicitados por los manifestantes.
Tres horas más tarde, en el mismo centro histórico, gente que sobrevive de la venta de leche, comienza a derramar porongos de leche, es la gente que recién llegar a unirse a la protesta. Antes de las cuatro de la tarde, con dirección a la plaza de armas, por el Jr. Amalia Puga, una persona crucificada hace su aparición junto a hombres disfrazados de la muerte, a israelitas del nuevo pacto, a periodistas, ronderos, estudiantes, profesores del Sutep, campesinos, entre otros.
Son las seis de la tarde, hay poca gente transitando, por las calles se extiende un silencio hondo, el viento arrastra hacia los jardines de la plaza de armas envolturas y desechos de basura, el paro a terminado y las mismas señoras que por la mañana barrieron las calles aparecen y comienzan a barrer.
POR: DORIS PÉREZ VILLAVICENCIO
Email: roxana_1207@hotmail.com
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